«Pase sin llamar»

Como los cartelitos que ponen en algunas oficinas, te invito a recorrer el blog con toda libertad y a conocerme a través de mis reflexiones cotidianas a la luz de las enseñanzas de la Fe Bahá'í. ¿Tenés un ratito? Vení a relajarte y a leerme, café de por medio. Estaré esperando tus comentarios y reflexiones para conocernos un poco más.
La idea es que en el acto de compartir la luz propia a través de nuestras palabras y convicciones, nos enriquezcamos mutuamente y podamos brillar como verdaderos soles en el mundo de la creación.
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domingo, 9 de marzo de 2008

La Otra Mitad

Dice 'Abdu'l-Bahá:

Y entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh está la igualdad de las mujeres y los hombres. El mundo de la humanidad tiene dos alas: una es la mujer y la otra es el hombre. Hasta que ambas alas no se hayan desarrollado igualmente, el pájaro no podrá volar. Si un ala fuera débil el vuelo es imposible. Hasta que el mundo de la mujer no llegue a ser igual al mundo del hombre en la adquisición de virtudes y perfecciones, no se podrá alcanzar el éxito y la prosperidad como debiera ser.

En todas las religiones existe la figura de una mujer cuyo carácter es fuente de inspiración para los feligreses de todas las generaciones. El cristianismo, por ejemplo, cuenta con María, la madre de Jesús, y con María Magdalena; el Islam tiene a Fátimih, la hija del Profeta. En la Fe Bahá'í también hay varias mujeres cuyos esfuerzos, sacrificio, carácter, devoción y amor a Dios las posicionan en lugares de honor y relieve.

Hoy es el Día Internacional de la Mujer, y quisiera celebrar este día recordando a una de las mujeres que fue precursora del principio de igualdad de derechos y responsabilidades para el hombre y la mujer, alguien que, en un contexto cultural de machismo y opresión, arriesgó su vida para conferir a la mujer el lugar que merece en la humanidad. Ella es Tahirih, una poetisa y erudita Bábí de deslumbrante conocimiento y sabiduría que vivió y murió en Persia, lo que hoy es Irán, en el siglo XIX. Tahirih defendió los derechos de la mujer en un lugar y en un momento en el que los movimientos de liberación femenina eran impensables. Arriesgó su vida por sus principios y con una visión espiritual y certera, desafió la estrechez de mente de la época. Su iluminación venía de las enseñanzas religiosas del Báb, el Precursor de Bahá'u'lláh, y su fe, coraje y determinación en trabajar por el progreso de la mujer le costaron la vida y le valieron el título de mártir.

«Los Rompedores del Alba», un libro que recoge la historia Bábí, narra a través de la voz de una de sus amigas las condiciones de su martirio y recuerda de la siguiente manera a esta noble alma, a quienes los hombres y las mujeres de la época actual le debemos tanto, aún sin saberlo:

«Al contemplar sus bienes terrenales, medité sobre las circunstancias de su vida llena de acontecimientos, y recordé, maravillada, su intrépido coraje, su celo, su alto sentido del deber y su inquebrantable devoción. Recordé sus dotes literarias, y pensé en los encarcelamientos, la vegüenza y la calumnia que había tenido que afrontar con fortaleza tal como ninguna otra mujer en su país podía manifestar. Me imaginé aquel rostro atrayente que, desgraciadamente, se encontraba ahora sepultado bajo una masa de tierra y piedras. El recuerdo de su apasionada elocuencia enardeció mi corazón, mientras repetía para mí las palabras que con tanta frecuencia habían caído de sus labios. La consciencia de la vastedad de sus conocimiento y su dominio de las Sagradas escrituras del Islam, pasó por mi mente con rapidez desconcertante. Sobre todo, su apasionada lealtad a la Fe que había abrazado, su fervor al defender su causa, los servicios que le rindió, los sufrimientos y tribulaciones que había padecido por su causa, el ejemplo que había dado a sus seguidores, el ímpetu que había dado a su difusión, el nombre que se había conquistado en el corazón de sus compatriotas, todo esto lo recordé mientras permanecí de pie al lado de su cofre, pensando qué podría haber inducido a esta mujer tan grande a abandonar todas las riquezas y honores con que había estado rodeada y abrazar la causa de un joven desconocido de Shíráz. ¿Cuál sería el secreto, pensé, del poder que la arrancó de su hogar y de sus familiares, que la sostuvo durante su tormentosa carrera y que finalmente la llevó al sepulcro? ¿Podría ser esa fuerza, pensé, de Dios? ¿Sería acaso que la mano del Omnipotente había guiado sus pasos por la ruta, llena de peligros, de su vida?»
Así como Tahirih entregó su vida por una Causa universal que apenas estaba en sus albores, le siguieron muchas otras mujeres que viajaron por el mundo y soportaron aflicciones, incomodidades y peligros con el fin de mejorar la condición de la mujer en la tierra. Son muchas y cada una brilla con luz propia; cada una dejó el mundo mejor de lo que lo encontró cuando llegó a él. Ellas, como heroínas anónimas, buscaron y buscan el progreso de la humanidad. Con un sentimiento de unidad hacia los hombres, se convierten en las alas que permiten al pájaro de la humanidad remontarse a sus alturas de progreso. A todas ellas, las que están y las que ya partieron, a mi madre, mi héroe personal, va mi reconocimiento y tributo.

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