«Pase sin llamar»

Como los cartelitos que ponen en algunas oficinas, te invito a recorrer el blog con toda libertad y a conocerme a través de mis reflexiones cotidianas a la luz de las enseñanzas de la Fe Bahá'í. ¿Tenés un ratito? Vení a relajarte y a leerme, café de por medio. Estaré esperando tus comentarios y reflexiones para conocernos un poco más.
La idea es que en el acto de compartir la luz propia a través de nuestras palabras y convicciones, nos enriquezcamos mutuamente y podamos brillar como verdaderos soles en el mundo de la creación.
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martes, 13 de diciembre de 2011

Quiero...



¿Qué me hace falta para ser libre e independiente de todo? ¿Por qué amar tiene que ser tan doloroso? No me doy tiempo a sufrir, la respuesta me viene inmediatamente a la cabeza: porque nos enamoramos de quien no debemos. ¿Se puede controlar de quién enamorarse? ¿Cómo? Sí se puede, yo lo hice durante años, pero creo que fallé en el método porque me encerré mucho en mí mismo. Por esa razón, apenas bajé la guardia me enamoré de quien no debía. Primero habrá que conocer a la persona en el terreno de la amistad, el lugar donde uno se muestra tal cual es porque no espera nada a cambio ni tiene agendas ocultas. Sabiendo esto, ¿cómo pude terminar enamorándome de quien no debía? Porque estaba necesitado de amor, porque había subido tanto la guardia que nadie podía pasar, ni yo salir. Y cuando la bajé, la bajé mal. Ahora lo único que quiero es desenamorarme, y hasta donde puedo ver, hay dos cosas que pueden ayudarme. Por un lado, poner tiempo y distancia entre esta persona y yo, y por otro, que el amor de mi vida –porque aun es el amor de mi vida– me trate como a su amigo especial, que me demuestre que soy, aunque amigo, un amor importante en su vida… Pero, ¿lo soy…?

Me queda pendiente la primera pregunta. Una respuesta que se me viene a la cabeza es enfocarme en algo que me guste, en algo que me apasione y encontrar en ello mi forma de crear una nueva realidad para mí. Escribir solía ayudarme, pero estoy tan borracho de este amor que no sé por dónde empezar ni cómo hacerlo. Si tan solo me abrazaras de vez en cuando y me trataras como al resto de tus amigos, yo sería feliz y sacaría fuerzas para salir de este enredo. Pero parece que te gusta tenerme prisionero, de a ratos te beneficiás de esto mientras que yo aquí, en mi soledad y en mis cadenas, sufro.

Quiero volver a ser el dueño de mí mismo, volver a ser yo en una versión mejorada de mí. Quiero poder soltarte y hacerlo de una vez. Cuando no te veo siento que puedo, así que por ahora quedate donde estés –ya sea aquí a la vuelta o a dos mil kilómetros, no sé, no me digás dónde porque en algún momento de debilidad soy capaz de buscarte hasta con el Google Map–, y no te dejés ver por un buen tiempo, los dos sabemos que no te va a costar. En este punto Don Destino tiene que ayudarme impidiéndote encontrarme cada vez que me busqués, si es que me buscás. Pero de vez en cuando llamame y decime que me querés, que me extrañás, que me buscás, que querés verme, y que qué será que lo intentás pero no podemos encontrarnos, pero decilo en serio porque tengo un olfato especial para descubrir las mentiras, vos ya lo sabés. Y con el tiempo, si Dios se apiada de mis lágrimas y de mi corazón cansado, voy a encontrar el camino de regreso a mí y ahí, libres los dos, yo de vos y vos de mí (porque de alguna manera también te atrapé en esto), vamos a poder caminar juntos, esta vez lado a lado, como los mejores amigos que debimos ser desde el principio…

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