El ayuno bahá'í consiste en abstenerse de comer y beber desde la salida hasta la puesta del sol, de modo que los Bahá'ís que estamos ayunando nos levantamos temprano, nos alimentamos bien y recibimos el día ofreciendo oraciones y meditando sobre los escritos sagrados. Durante el resto del día cumplimos con nuestras obligaciones y nos enfocamos en desarrollar más nuestra vida espiritual, algo que también hacemos el resto del año, pero que en estos diecinueve días, por ser días de ayuno ordenado por Dios, guardan una significación y un poder mayores. Al ponerse el sol, rompemos el ayuno con una comida, a gusto de cada cual.
Este ayuno es, en realidad, un símbolo y un recordatorio: la idea es privarse por unas horas del alimento físico y llenar el alma con el alimento espiritual; la idea es recordar que, así como nos privamos de la comida, debemos privarnos también de los deseos de la carne; la idea es tener presente que a nuestro alrededor hay gente que sufre el año entero la falta de alimento, y que nosotros podemos hacer algo para aliviar su sufrimiento.
El ayuno bahá'í es vivido de un modo muy especial por quienes lo hacen. Sé de personas que, sin necesidad de ser Bahá'ís, lo practican porque encuentran que les trae beneficios físicos y espirituales. Es que no es poca cosa que, al mismo tiempo, en todo el planeta, cinco millones de personas estén íntimamente comprometidas con una práctica ordenada por Dios. Necesariamente, esta unidad de acción genera una energía espiritual que envuelve al mundo y se siente en el corazón de quienes están ayunando.
De modo que mañana comienza el primer día de mi décimo año de ayuno. Me siento agradecido a Dios por ser parte de esta familia que no conoce fronteras ni prejuicios y pienso que, aunque queda una enorme masa de la población mundial caminando en la oscuridad de la ignorancia y hundiéndose en las arenas movedizas del fanatismo, hay sin embargo una energía espiritual que libera el proceso mismo del ayuno que se potencia por el esfuerzo diario de cada persona por ser lo mejor de sí mismo. Pienso que, mientras hay personas y gobiernos alentando las guerras, el hambre y la corrupción, hay también una nueva raza de hombres y mujeres que son "como las olas de un solo mar", y que su unidad está encendiendo los corazones de sus pares y uniéndolos en su Causa de amor.
Sé que cuantas más personas ofrezcamos de corazón este ayuno renovador -que, en definitiva, es un regalo de Dios para nuestro crecimiento espiritual-, más luz arderá en el mundo y menos sufrimiento habrá en él. Sé que este ayuno será muy beneficioso para mí como cada año lo ha sido. En estos días, me gusta pensar que no estoy solo, que en todo el mundo, en todas las ciudades, hay alguien que está encendiendo la mecha de la unidad con su propio ayuno. En todas las naciones hay corazones ardiendo como antorchas, hay seres humanos incendiándose en el fuego del amor a Dios. Y eso me da esperanzas. ¿A vos no?
«Si es tu deseo,
hazme crecer como la tierna hierba
en los prados de tu gracia
para que las suaves brisas de Tu voluntad
me conmuevan y me inclinen
en conformidad con Tu agrado.»
- Bahá'u'lláh -
2 comentarios:
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Enhorabuena por tan lindo comentario sobre el ayuno Bahá'ì.
Saludos desde Alicante, España
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Reciban un fraternal abrazo
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